Este
escritor no consiguió solamente la extraordinaria hazaña de ser un indiscutible
maestro de la prosa modernista, si no que además de esto consiguió crear una
nueva técnica y estilo totalmente opuesta al modernismo conocida como
esperpento.
Como bien he dicho modernismo
y esperpento son dos estilos totalmente diferentes, pues si bien el modernismo
se caracteriza por la descripción de la belleza y el erotismo, dejando quizás
más de lado el propio contenido el esperpento se caracteriza por una
detallada, incluso grotesca, descripción de una realidad deformada y
desagradable que se critica; como siempre en este autor, con un gran contenido
erótico. En ambos casos el autor demuestra un envidiable dominio del lenguaje,
la descripción de ambientes y del ritmo de la acción.
Estas dos etapas principales,
la modernista (hasta 1906) y la del esperpento (a partir
de 1920) estuvieran separadas por unos años de transición entre ambas. Mientras
que la primera puede asociarse a su ideología carlista, la segunda se produce
en el periodo en el que crece su compromiso con los temas sociales.
El estilo modernista ya es
visible en sus primeras novelas Femeninas (1895) y Epitalamio (1897),
donde destacan la delicadeza y
el preciosismo asociados con este movimiento.
En los años de guerra y crisis
en lugar de dedicarse a criticar la situación, se dispuso a relatar la
vida de unos personajes y ambientes que irá reelaborando y que reaparecerán en
sucesivas obras. En 1902 publica sonata
de Otoño, que es el comienzo de la biografía ficticia de su personaje
el marqués de Bradomín,; en esta obra nos ofrece unos de los
mejores ejemplos de prosa modernista de la literatura española. En años
sucesivos fue publicando, también a través de las entregas de un periódico, el
resto de las sonatas: Estío (1903), Primavera (1904)
e Invierno (1905). En cada una de las sonatas el
marqués va rememorando con nostalgia las diferentes etapas de su vida, que
discurren a su vez en lugares y ambientes sociales que el autor semeja
conocer muy bien. Sin ningún tipo de intención moralizante, y con una narración
de gran belleza, el autor describe unas escenas irreverentes y eróticas que
escandalizarían a la mojigata sociedad de su tiempo. Estas obras le otorgaron
éxito y fama, convirtiéndolo en un maestro de la prosa modernista.
En cuanto al teatro, los
inicios de Valle-Inclán estuvieron ligados a los de Jacinto Benavente, con
quien colaboró en el proyecto de Teatro Artístico; esto le permitió
estrenar su primera obra, Cenizas (1899), que se trata de una
muestra de teatro poético en la que se basa en un personaje de su anterior
novela, Femeninas; en esta obra se trata el tema de
una romántica historia de un amor adúltero, que es descrito, pero no es
criticado en ningún momento. Es en este periodo cuando también estrena El
marqués de Bradomín (1906) basada en el personaje que ya había desarrollado
en las sonatas.
En 1907, publica su primer
libro de poemas, Aromas de leyenda, en el que evoca el ambiente de
la Galicia del medievo. Ese mismo año comenzó la publicación de la primera de
sus Comedias bárbaras, El Águila del blasón,que transcurre
también en la Galicia medieval, donde el protagonista se dedica a toda clase de
tropelías, especialmente de carácter sexual, realizadas por una familia de
caballeros feudales. Esta fue inmediatamente seguida por Romance de
lobos, en la que la sexo y violencia son los temas principales.
Transcurrirán quince años hasta que el autor finalice la trilogía con una
extraordinaria obra sobre un parricidio: Cara de plata.
En 1920, aparece por fin Divinas palabras, también
situada en la Galicia rural. Alejándose del ambiente aristocrático y épico de
las Comedias, aquí se mezcla lo trágico y lo
cómico. El autor hace una cruel descripción de unos personajes del más bajo
nivel social a los que les ocurren continúas desventuras, narradas con un ritmo
y precisión admirables. Se trata de una obra extraordinariamente atrevida,
dedicada a las andanzas de unos personajes de lo más miserable, que exhiben, de
aldea en aldea, a un pobre enano deforme.
El segundo gran ciclo de la
obra de Valle- Inclán es el del esperpento; un estilo
literario creado por este autor y que consiste en una grotesca deformación de
la realidad para emocionar al espectador. En el mismo año que la antes
mencionada Divinas Palabras, Valle-Inclán comenzó a publicar por
entregas su obra Luces de bohemia. Esta fue apareciendo en
sucesivos números de la revista España, que era una publicación de
contenido intelectual donde colaboraban numerosos autores de la Generación
del 14. Con Divinas palabras Valle se adelantó a la
tendencia de otros contemporáneos suyos -James Joyce en su Ulises (1922)-
de concentrar la narración en un espacio de tiempo muy breve; en este caso,
menos de veinticuatro horas. La acción de esta obra se sitúa en Madrid, en un
ambiente bohemio en el cual el protagonista de manipulado y vejado de forma
monstruosa, hasta morir de forma ignominiosa. Aumenta aún más el dramatismo
de Divinas palabras, al acentuar su descripción de las miserias
humanas; una distorsión grotesca de la realidad. La obra sería reformada cuatro
años más tarde, pero no llegaría a ser estrenada en España hasta 1970.
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